Se dice que la Dama Tapada, es un ser de origen desconocido
que se aparecía en horas cercanas a la medianoche a los hombres
borrachos que frecuentaban callejones no muy concurridos. Según las
historias relatadas por muchas personas acerca de estos acontecimientos,
una extraña joven se les aparecía, vistiendo un elegante vestido de la
época, con sombrilla; pero algo muy particular en ella era que llevaba
su rostro tapado con un velo, el cual no permitía que las víctimas la
reconocieran.
Al estar cerca de la Dama, se dice que despedía a su entorno una
fragancia agradable y, por ello, casi todos los que la veían quedaban
impactados al verla y estar cerca de ella. Hacía señales para que la
siguiesen y, en trance, las víctimas accedían a la causa, pero ella no
permitía que se les acercara lo suficiente. Así, los alejaba del centro
urbano y en lugares remotos empezaba a detenerse. Posteriormente, cuando
las víctimas se le acercaban a descubrirle el rostro, un olor
nauseabundo contaminaba el ambiente y, al ver su rostro, apreciaban un
cadáver aún en proceso de putrefacción, el cual tenía unos ojos que
parecían destellantes bolas de fuego.
La mayoría de las víctimas morían con convulsiones y botando espuma
por la boca, algunos por el susto y otros por la pestilente fragancia
que emanaba el espectro al transformarse. Muy pocos sobrevivían y en la
cultura popular los llamaban tunantes.
Desde aquellos acontecimientos, hay quienes dicen que posteriormente
aún transita por los callejones por las noches en las calles de
Guayaquil.